7 feb 2011

Cartas y mentiras

Un montón de cartas están amontonadas en un rincón de la mesa. "¿Debería destruirlas? Quizá sería bueno guardarlas", piensa Yuki. Las observa de reojo desde su cómodo sillón. Hace apenas dos días que no sabe nada de él, pero ha vuelto a leer todas sus cartas, todas sus mentiras.

Hojas escritas con perfecta caligrafía; podrían engañar a cualquiera. En ellas, cientos de palabras vacías recorren los párrafos que Yuki creía tan reales y perfectos. Miles de letras que no iban dirigidas a ella. Millones de sentimientos falsos escritos de su puño y letra. Cuán fácil resulta mentir a través de una pluma. Repasando las sílabas le venían recuerdos de cómo descubrió su fachada; ¿quién iba a imaginar que lo encontraría con otra, más joven y hermosa? Debió suponerlo desde el principio. No debería fiarse tan fácilmente de quien le jura amor eterno.

Y ahí sigue ella, tranquilamente sentada, cuando encuentra la solución más acertada. Se apodera de papel y pluma y escribe, con perfecta letra digna de encuadernación, una pequeña nota para aquél que había amado. Agarra el montón de cartas y se las lleva con ella a recorrer las frescas calles con aroma primaveral que rodean la casa. Se detiene frente a la gran puerta de madera oscura que muchas veces antes había visto con ilusión. Deja el montoncito y la nueva nota junto a ella. Llama a la puerta. Su huída es rápida, y cuando el muchacho abre la puerta, tan sólo ve un montón de hojas iluminadas por la luz de la Luna. La primera de todas no lleva su firma, pero puede reconocer la de Yuki.